domingo, 30 de marzo de 2014

Hombre que mira sin sus anteojos

Hombre que mira sin sus anteojos

(Poemas de otros - 1974)
Trece hombres que miran


En este instante el mundo es apenas
     un vitral confuso
los colores se invaden unos a otros
y las fronteras entre cosa y cosa
     entre tierra y cielo
     entre árbol y pájaro
están deshilachadas e indecisas

el futuro es así un caleidoscopio de dudas
y al menor movimiento el lindo pronóstico
     se vuelve mal agüero
los verdugos se agrandan hasta parecer
     invencibles y sólidos
y para mí que no soy lázaro
     la derrota oprime como un sudario

las buenas mujeres de esta vida
     se yuxtaponen se solapan se entremezclan
la que apostó su corazón a quererme
     con una fidelidad abrumadora
la que me marcó a fuego
     en la cavernamparo de su sexo
la que fue cómplice de mi silencio
     y comprendía como los ángeles
la que imprevistamente me dio una mano
     en la sombra y después la otra mano
la que me rindió con un solo argumento de sus ojos
     pero se replegó sincera en la amistad
la que descubrió en mí lo mejor de mí mismo
     y linda y tierna y buena amó mi amor

los paisajes y las esquinas
los horizontes y las catedrales
     que fui coleccionando
     a través de los años y los engaños
se confunden en una guía de turismo presuntuoso
de fábula a narrar a los amigos
y en ese delirio de vanidades y nostalgias
es difícil saber qué es monasterio y qué blasfemia
     qué es van gogh y qué arenques ahumados
     qué es mosaico y qué agua sucia veneciana
     qué es aconcagua y qué es callampa

también los prójimos se arraciman
     crápulas y benditos
     santos e indiferentes y traidores
e inscriben en mi infancia personal
tantas frustraciones y rencores
que no puedo distinguir claramente
     la luna del río
     ni la paja del grano

pero llega el momento en que uno recupera
     al fin sus anteojos
y de inmediato el mundo adquiere
     una tolerable nitidez

el futuro luce entonces arduo
     pero también radiante

los verdugos se empequeñecen hasta
     recuperar su condición de cucarachas
de todas las mujeres una de ellas
     da un paso al frente
     y se desprende de las otras
     que sin embargo no se esfuman
de las ciudades viajadas surgen
     con fervor y claridad
     cuatro o cinco rostros decisivos
     que casi nunca son grandilocuentes

cierta niña jugando con su perro
     en una calle desierta de ginebra
un sabio negro de alabama que explicaba
     por qué su piel era absolutamente blanca
ella fitzgerald cantando
     ante una platea casi vacía
     en un teatro malamuerte de florencia

y el guajiro de oriente
     que dijo tener un portocarrero
     y era una lata de galletitas
     diseñada por el pintor

del racimo de prójimos puedo extraer
     sin dificultades
una larga noche paterna una postrera charla
     síntesis de vida
     con la muerte rondando en el pasillo
el veterano que trasmitía
     sin egoísmo y sin fruición
     algunas de sus claves de sensible

el compañero que pensó largamente en la celda
     y sufrió largamente en el cepo
     y no delató a nadie
el hombre político que en un acto
     de incalculable amor
     dijo a un millón de pueblo la culpa es mía
     y el pueblo empezó a susurrar fidel fidel
     y el susurro se convirtió en ola clamorosa
     que lo abrazó y lo sigue abrazando todavía
la gente      la pura gente
     la cojonuda gente a la orientala
     que en la avenida gritó        tiranos temblad
     hasta que llegó al mismísimo
     temblor del tirano
y la muchacha y el muchacho desconocidos
     que se desprendieron un poco de sí mismos
     para tender sus manos y decirme
     adelante y valor

decididamente
no voy a perder más mis anteojos

por un imperdonable desenfoque
puede uno cometer gravísimos errores

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